martes, 18 de febrero de 2014

Simplemente Humano

Me dedico a estas palabras ya con un poco de serenidad en mi cabeza tras un accidente ocurrido el pasado 24 de Noviembre de 2013, donde tanto mi Tibia como Peroné sufrieron las secuelas de un conductor irresponsable que no me vio, ni menos la señaletica del transito.
11:15 am. me dirigía a mi trabajo en bicicleta, como había acostumbrado por la ciclovia que se acerca a mi casa. No conseguí llegar a destino, terminé recostada en una camilla, en  un inmenso edificio médico donde tratan a cientos de personas que dada la suerte o el destino llegan ahí para aliviar sus lesiones físicas y/o accidentes laborales. Recuerdo que con la calma que me caracteriza llamé a mi padre para avisarle que había tenido un accidente y que me llevaban al hospital para atenderme. (no puedo dejar de lado que la distancia física y el nerviosismo por parte de él hizo que todo ese tiempo se transformara en segundos). Recuerdo al médico decirme que la lesión era muy grave, y yo para acercarme a su seriedad, le manifestaba que si era necesario "amputar" vamos, había que hacerlo. Una caricia en la cabeza me devolvió la espalda y mi cabeza a la camilla diciendome: ¡Tranquila, aquí están los profesionales capacitados, para ayudarte!
La primera radiografía daba cuenta de una doble fractura. Ya nada volvería a ser como antes, pero trataría de asemejarse lo más posible. Comenzaría mi parte en esta etapa, solo yo podía devolverle la tranquilidad de mi familia, amigos(as) y todos quienes de alguna manera se preocuparon de mi y lo siguen haciendo con el paso de los días.
Agradecida de este suceso, porque me permitió disfrutar con mi familia, descubrir un poco mi fuerza de voluntad, y la fortaleza física y del alma. La tolerancia al umbral del dolor y comprender y aceptar.

Me vi limitada en muchas cosas, necesitaba aprender a abrir un poco y dejar que mi madre volviera a cuidar de mi, como cuando era pequeña. Recibí visitas de personas que también habían padecido una lesión similar y lo bien que hoy se ven.

Simplemente humano, con lo que tengo y lo que soy, con mis silencios, con esa fuerza para comprometerme con aquello que había comenzado, pero que jamás pensé que lo necesitara tanto.
El día 4 de diciembre a las 8:00 am ingresaba por segunda vez en  mi vida a pabellón para comenzar la recuperación. y esa mañana mientras el equipo médico me conectaba a los instrumentos, mientras colocaban la anestesia y la mascara de oxigeno. mientras lentamente cerraba mis ojos y dejaba mi conciencia en manos de los profesionales para entrar en la nada.
De pronto en medio de ese inmenso espacio sucedió.
seis (6) personas que pude identificar, por su forma física estaban alrededor mio, expectantes de mi reacción... pero ¿cómo podía ser? yo estaba en pabellón y estas personas estaban junto a mi camilla. (de derecha a Izquierda: Mi abuela Materna,(como buena matriarca), Mi Madrina, Mi Tía. Por el otro lado, Mi Abuela Paterna y Mi Bis Abuela Materna. A los pies de la cama, ella, sin duda Soraya a quién mi abuela Materna invitaba a acercarse porque ya era parte de la familia. Que inmenso lugar para estas seis personas que se alegraban de verme ahí y porsupuesto yo a ellas, las palabras y el lenguaje que conocemos no existía, solo bastaban las miradas, las sonrisas para decirnos todo. Ante ese fenómeno comencé a investigar sobre la existencia del alma.
Ya por la tarde, una amiga que fue a visitarme me comentó que a su hermana la habian sometido a una sesión de hipnosis y que el padre de ellas se habia comunicado con el cuerpo de esta persona.
Los relatos de las experiencias y visiones eran variados, pero todos tenían algunos puntos en común: El extraño e inquietante ruido que precede a la separación del cuerpo y el espíritu. Seguido de un pequeño shock, de una rápida pérdida de conciencia y luego la paz y alegría de encontrarse acompañada flotando en el aire atada por un cordón al cuerpo, un vínculo que podía estirarse indefinidamente. Aún cuando hubieran leyendas (en los libros naturalmente) que aseguraban que la persona moriría si se permitía que ese hilo se cortara.
Aprendí suficiente en ese tiempo y aún lo sigo haciendo, ahora asimilando y plasmando este escrito para quien quiera leerlo, porque no importa la forma física, porque esta será temporal. y lo que ahora conservo es lo que hoy me permite entregar a los demás esta experiencia para que en un futuro cobre su verdadero sentido donde vivir libremente.



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